viernes, 8 de junio de 2012


Adoración y Liturgia — Parte 1
¿Después del servicio de adoración, Carmen salió de la iglesia y dijo con un suspiro: “Bueno, ya salí de eso. Ya cumplí con Dios.” ¿Tiene Carmen razón? ¿Es la adoración una obligación, un deber que hay que cumplir?
Por un lado, es cierto que Dios manda la adoración. La Biblia dice:Acuérdate del día de reposo para santificarlo.” (3r Mandamiento, Éxodo 20:8, RV) Este mandamiento requiere que apartemos tiempo cada semana para dejar a un lado el trabajo y adorar a Dios.
Sin embargo, la adoración se basa en algo que Dios hace, no en algo que los seres humanos hacen. La Biblia dice: “Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente” (Hebreos 12:28, NVI)
Entonces ¿Qué es la Adoración?
El amor de Dios es el corazón de la adoración. Adorar a Dios es: 1) recibir el amor de Dios: El amor de Dios es el corazón de la adoración. En la adoración, no solamente cantamos y oramos, sino que escuchamos las palabras de amor que Dios nos dice. El amor de Dios se debe encontrar, por ejemplo, en las palabras de perdón, en las lecturas de la Biblia, en el sermón, en la bendición, en las promesas del Bautismo y en la Santa Cena. Es sumamente importante que en nuestra adoración, se comunique claramente el mensaje del amor de Dios y la salvación por medio de Jesucristo.  Y  2) responder al amor de Dios: En la adoración, el Evangelio nos mueve a responder con gratitud, con fe y con amor: Respondemos con gratitud, por ejemplo, cuando alabamos y cantamos y agradecemos al Señor. Respondemos con fe cuando confesamos nuestra fe y cuando oramos confiando en Cristo. Respondemos con amor cuando damos ofrendas y cuando nos comprometemos a servir al Señor.
Por eso, Carmen no tiene razón. Para ella, la adoración es solamente una obligación fastidiosa, y ¡qué alivio cuando termina! El Evangelio en la adoración no tocó su corazón; y ella tampoco respondió al Evangelio de corazón.
¡Cuántas personas en nuestras iglesias son como Carmen! Inclusive algunos pastores y líderes piensan en la adoración solamente como un deber religioso.
La adoración es recibir el amor de Dios y responder al amor de Dios. Por eso, en el sentido amplio, toda la vida del cristiano es adoración. Es cierto que debemos apartar tiempo para poner a un lado toda distracción y poner toda la atención en Dios. Es decir, debemos dedicar ciertos momentos para adorar a Dios a solas y para adorar a Dios en la Iglesia. Sin embargo, cuando salimos de nuestra habitación o cuando salimos de la Iglesia y vamos al mundo, seguimos adorando a Dios en todo lo que hacemos, decimos y pensamos. Cuando vivimos en fe y amor, de acuerdo con lo que aprendimos en la Palabra, adoramos a Dios en toda nuestra vida. Cada momento, el amor de Cristo nos fortalece. Cada momento hacemos, decimos y pensamos cosas que dan gloria al nombre de Cristo.

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